Al menos hasta aquí hemos llegado, con varios altibajos, y con muchísima más felicidad. Ahora que deseo con todo mi ser pasar el resto de mis días a tu lado, el miedo de que algún día te pierda aumenta. Pues sé que cuando ese día llegué, que puede ser tarde, temprano, o quizás, posiblemente, nunca, preferiblemente la última opción, yo te echaré de menos, te juro que todos los días te recordaré, y que por mucho tiempo, más del suficiente, yo no te olvidaré, porque las personas que marcan la vida, tanto como tú lo has echo, no se olvidan facilmente, o quizás nunca, solo se supera.
Si algún día te vas, tendré que despedirme de todo aquello a lo que me acostumbré, y muchas cosas cambiarán, entre ellas, yo. Tal vez no haya despedida, y probablemente, te vayas sin avisar, tal y como llegaste, y podremos terminar como empezamos, como dos desconocidos. Y a lo mejor piensas que las cosas no irán así, que me querrás para el resto de mis días, que nunca te cansarás de todo lo que tenemos pendiente, y a lo mejor tú también tienes este miedo, pero es díficil saber si mañana seguirás pensando en los mismo que hoy, porque ahora tú y yo estamos aquí pero ninguno de los dos puede estar seguro de por cuanto tiempo.
Puede que yo me vaya, y tú entonces me eches tanto de menos como yo pensaba echarte, puede que te haga falta, y que te falte algo esencial en tu vida, que sin mí no haya nada, y que conmigo eras todo y más. Pero ¿sabes? Todo tiene un porqué, aunque muchas de las veces no le sepamos, y nos preguntemos constantemente ¿que ocurrió? Por si acaso, si algún día uno de los dos extraña al otro, recordemos que estuvimos ahí uno para el otro, y que quizás no lo supimos aprovechar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario