11 junio 2012

Cada historia con su capítulo.

Recuerdo los días aquellos, en los que tú y yo tan solo eramos amigos. Recuerdo aquellos juegos de preguntas, en el que uno preguntaba al otro, y el otro debía responder, y así consecutivamente, día tras días, con la finalidad de terminar conociendolos, estuvimos meses. Recuerdo un día, en el que me explicaste el porqué el amor no era la tuyo. Recuerdo tus palabras. Y recuerdo lo que me dijiste.

Eso de tener relaciones, te prohibirían muchas cosas, que algún día te pesaría el haber querido tanto, que tú rollo no era querer, si no ser querido, conclusión, no te molaba estar atado a nadie, y menos a una tía. Y entonces llegó el día, el maldito día, el día que decidiste dejar todo aquello que estabamos intentando, nunca supe el porqué de aquel venazo, nunca recibí ninguna explicación, pero lo dejé pasar. Y supusé que al ver aquel panorama, decidiste seguir con tu vida. Pero te ocurría algo, lo sé.
Y ese algo era que tú me querías, ya habíamos llegado lejos, y tú ya habías empezado a quererme, queriendo o no. Y por no quererme hacer daño a la larga, quisiste hacerlo de golpe. Y cuando lo hiciste, te aliviaste, como todo ser humano cuando se quita un peso de encima.
Y tú, tan idiota como todos, pensaste que las cosas serían diferente con ese peso de menos, pero no lo fueron.
 Y te diste cuenta de que es opción de ir de macho, no te valdría de nada, porque posiblemente tú ya me estuvieses necesitando, aunque la sensación todavía no la conocieses.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Quizás te ayudaría comer maquillaje, pues de ese modo tal vez seas bonita por dentro también.
Es díficil saber si mañana seguirás pensando en lo mismo que hoy. Pues tal vez, las cosas, de un día para otra, puedan cambiarse.
Planeo una escapada, y si te vienes conmigo no me importa donde ir, improvisaremos.